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miércoles, 8 de enero de 2014

Supongo que todo es acostumbrarse

Hace ocho meses no me hubiera imaginado nada de esto. Llegar por las mañanas a clase y que no me dé los buenos días, que ni si quiera me mire a la cara, ni una palabra, un gesto, nada. Que todas esas tonterías que hacíamos se hayan consumido. Que la persona con la que he pasado los mejores años de mi vida se haya convertido en otra totalmente distinta. Que no te tenga cuando todo esta mal, o bien, no poderte aconsejar cuando te veo perdida. ESO, eso me duele. Estabas ahí para lo bueno y para lo malo.  Estabas ahí para que el momento más aburrido del mundo se volviera perfecto. Estabas ahí para sonrisas, lagrimas, enfados y reconciliaciones. Siempre estabas ahí. Eras mi mejor amiga. 
Es ver nuestro vídeo y romper a llorar. ¿Donde se han quedado todas las risas?¿Donde se han quedado todos nuestras tardes reflexivas?¿Donde se han quedado todos los momentos?.
Pero ya está. Ya no hay más. Esto es así. Joder tan difícil es entender que la echo de menos. Que si que podrán haber pasado muchas cosas, muchos enfados. Pero dijimos que estaríamos juntas pese a todo.
Dirás que esa promesa está en el aire pero no, a mi, por mucho que haya pasado, me vas a tener ahí porque todo lo que hemos vivimos juntas es increíble.
Y no, no puedo estar bien con esta situación. No puedo, me reconcome por dentro. Es ver como estamos y uff. Supongo que todo es acostumbrarse.

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